Com informações do Correo de Lima
Correo de Lima , Lima |
21/01/2018 às 13:22
Papa em Trujillo, Perú
Foto: Correo de Lima
Durante la ceremonia en la que coronó a la Virgen de la Puerta de Otuzco y la declaró “Madre de la misericordia y de la esperanza”, el papa Francisco condenó sin reparos uno de los grandes azotes de nuestra sociedad: el feminicidio.
“Quiero invitarlos a luchar contra una plaga que afecta a nuestro continente americano: los numerosos casos de feminicidio. Y son muchas las situaciones de violencia que quedan silenciadas detrás de tantas paredes”, exclamó en la Plaza de Armas de Trujillo.
“Mirando a María, no quisiera finalizar sin invitarlos a que pensemos en todas las madres y abuelas de esta nación; son verdadera fuerza motora de la vida y de las familias del Perú. ¿Qué sería del Perú sin las madres y las abuelas? ¿Qué sería de nuestra vida sin ellas?”, remarcó.
Ante dicho clamor, el Sumo Pontífice pidió que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia. Pese a que abordó el tema, el Papa no hizo alusión alguna a los casos de agresiones sexuales, físicas y psicológicas que se investigan dentro del Sodalicio de Vida Cristiana.
Sin embargo, en un encuentro con miembros de las 11 circunscripciones eclesiásticas del norte peruano -el que se desarrolló Colegio Seminario San Carlos y San Marcelo, en Trujillo- Francisco manifestó: “Me da mucha pena ver algún obispo, algún cura, marchito, y mucha más pena me da ver seminaristas marchitos”.
“La Iglesia es buena, es madre. Si ven que no pueden con lo encomendado, avisen, a veces no es tarde”, añadió.
OLOR A MULTITUD. Horas antes, y desde muy temprano, Trujillo se preparó para recibir al primado de la Iglesia Católica. Pese a los múltiples cierres de calles, los que obligaron a los fieles a caminar largos tramos, miles llegaron a los distintos puntos del trayecto que iba a seguir el santo padre solamente para verlo un momento. Distinta fue la historia para los “invitados”, quienes entraron en vehículos particulares.
En el aeropuerto, al papa lo recibió un espectáculo con decenas de parejas que bailaron marinera. Minutos después, se trasladó hasta la playa de Huanchaco donde iba a celebrar su prima misa en el país y ya lo esperaba el presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, acompañado de su esposa Nancy Lange, quien estaba de cumpleaños.
Varias autoridades regionales y congresistas escucharon con atención su mensaje, incluyendo César Acuña, líder del partido político Alianza por el Progreso, y su hijo, el congresista Richard Acuña.
En todo momento, el pontífice estuvo acompañado por los jóvenes de la “guardia papal” y gran cantidad de fieles.
En solo unos minutos, el papa consiguió arrancar vivas y aplausos a las miles de personas que llegaron hasta dicho balneario procedentes de Trujillo y otras ciudades norteñas, quienes se sumaron a las numerosas imágenes religiosas, que fueron trasladadas hasta ese punto, con varios días de antelación, para la ceremonia litúrgica.
MANTENER LA ESPERANZA. Uno de los mensajes más esperados de la misa estuvo dirigido a los afectados por las inundaciones del año pasado.
“A ustedes les tocó enfrentar el duro golpe de El Niño costero, cuyas consecuencias dolorosas todavía están presentes en tantas familias, especialmente en aquellas que todavía no pudieron reconstruir sus hogares. También por esto quise estar y rezar aquí con ustedes”, resaltó.
No obstante, también advirtió de los efectos de “otras tormentas” que pueden tener efectos devastadores como la violencia organizada, la inseguridad ciudadana y el “sicariato”. “Nos cuestionan como comunidad y ponen en juego el valor de nuestro espíritu”, señaló.
Las consecuencias de estos males, aseguró, están en la falta de oportunidades laborales y la falta de “techo seguro”, lo que hace que las familias estén forzadas a vivir en zonas de inestabilidad.
“Los peruanos, en este momento de su historia, no tienen derecho a dejarse robar la esperanza”, subrayó ante este escenario.
FERVOR POPULAR. En las calles trujillanas, asimismo, el Pontífice recibió un chullo que le regalaron los vecinos del barrio que lleva el nombre de su ciudad natal: Buenos Aires. Este fue uno de los lugares más afectados por El Niño costero. Por ello, y ante la llegada del Vicario de Cristo, se remodeló la calle por la que pasó, aunque la reconstrucción todavía está pendiente en el resto de la urbanización.
Durante el camino, más de una persona intentó sin éxito acercársele, rompiendo el cordón de seguridad.
Asimismo, en la Plaza de Armas se registraron algunos casos de “golpe de calor”, los que no afectaron el desarrollo de las actividades.
Pese a todo esto, el papa se mostró alegre y hasta bromista la mayor parte del tiempo.